Piura (fundada como San Miguel de Piura) es una ciudad del norte de la zona occidenta del Perú, al norte del Desierto de Sechura, a 973 km al norte de Lima y próxima a la frontera con el Ecuador.
Conforma junto con Castilla una cornubación de más de 450 mil habitantes, que la ubica entre las ciudades más pobladas del país. Ambas partes de la urbe están unidas por 4 puentes. Entre ellos destacan el Punte Bolognesi el puente Andrés Avelino Cáceres y el puente Sánchez Cerro. Es la capital regional más industrializada del norte del país. Funcional por las grandes avenidas que la entrecruzan en todas direcciones, es ciudad residencial y de servicios, constituyéndose también en sede de importantes universidades como son la Universidad de Piura, y la Universidad Nacional de Piura, contando también con las filiales de las Universidades Alas Peruanas, César Vallejo. Los Ángeles de Chimbote, entre otras Se estima que es la ciudad más competitiva del país toda vez que se requiere menos tiempo y menos trámites para constituir una empresa, a diferencia de otros centros urbanos. Tiene un excelente estadio de deportes recientemente ampliado en su capacidad y modernizado, e intensa vida cultural y artística, contando con varios museos, pinacotecas, así como con la Orquesta Sinfónica Municipal de Piura y la Orquesta de la Escuela Regional de Música José María Valle Riestra. No obstante su explosivo crecimiento durante los años ochentas y los desastres ocasionados por los El Niño de los años de 1983 y 1998 así como por la mal entendida modernización, aún se mantienen en pie y en buen estado varias casonas y templos de la época colonial y republicana, su centro histórico conserva su trazo de damero, propio de las ciudades fundadas por españoles en el virreinato. La Plaza de Armas o Plaza Mayor es una de las más grandes y bellas del país, en la que puede verse la estatua de mármol italiano de Carrara que representa a la libertad como una hermosa mujer tocada con el gorro frigio, más conocida por los piuranos como "La Pola" pues la antecedió la estatua de la la patriota colombiana Policarpa Salavarrieta. A despecho de los varios sitios de esparcimiento y centros comerciales, la ciudad aún transpira placidez que es parte de su encanto admirado por propios y extraños.
Se encuentra intercomunicada con el resto del Perú y el exterior por la carretera Panamericana, por el puerto mayor de Paita, el segundo más importe del país, y a través del Aeropuerto Internacional Capitán FAP Guillermo Concha Iberico. A pocos kilómetros se encuentra Catacaos, distrito metropolitano muy conocido y visitado por su riquísima y variada gastronomía, por su artesanía y por su orfebrería. A menos de una hora están sus playas y balnearios de Yacila y Colán, internacionalmente conocidos al igual que Cabo Blanco, Los Órganos y Máncora, estos últimos muy frecuentados por los surfistas, un poco más al norte, a los que todos los años acuden millares de veraneantes. Al sur oeste y a 25 minutos de encuentran los manglares de San Pedro constituidos en hábitat de conchas de abanico y conchas negras y lugar donde recalan flamencos y otras aves marinas en sus incensantes migraciones. La relación entre Piura con su hinterland es dinámica hacia los cuatro puntos cardinales pues es equidistante de las localidades de Sullana, Paita, Sechura y Chulucanas con un promedio de 50 kilómetros y todos los días se constata el tránsito fluido de personas y mercaderías en buses y toda clase de vehículos automotores que las interconecta a toda hora a través de pistas perfectamente asfaltadas. Próximamente se interconectará directamente con la localidad de Tambogrande a través de carretera asfaltada que tampoco superará los 50 kilómetros.
Historia
Cuentan los cronistas de la Conquista que según los propios tallanes, pobladores prehispánicos de la costa piurana, hubo en tiempos milenarios otros moradores que vencieron al desierto. Eran hombres que “vivían más en la mar que en la tierra”, trasladándose de un lugar a otro en grandes balsas movidas a remo y vela, dedicados a la pesca, que se proveían de agua y vegetales desde lugares lejanos, y que acampaban en medio del desierto para estar protegidos de sus enemigos. Su origen en estas tierras se pierde en la bruma de los tiempos pretéritos pero ya se les encontraba en el siglo VII de nuestra era conforme los vestigios encontrados consistentes en cerámica utilitaria, morteros de piedra y objetos también de piedra utilizados en la guerra. Se extendieron desde Tumbes por el norte hasta Olmos y Morropón por el sur, conforme lo determinó la antropóloga doctora Josefina Ramos de Cox, determinándose que sus vestigios arquitectónicos mayores son los encontrados en Catacaos, en Narihualá y en otras zonas del valle del Bajo Piura.
Al llegar los tallanes a la región, provenientes de la sierra, estos primeros habitantes huyeron hacia el norte para no regresar más pero otros se quedaron asimilándose con los recién llegados. Los tallanes resultaron ser eximios agricultores.
Pero los tallanes no fueron los primeros pobladores. Los antecedieron muchos otros entre los que destacaron los Vicús, conocidos por este nombre pues sus restos fueron hallados en la sexta década del pasado siglo XX en la hacienda del mismo nombre, ubicada cerca de la ciudad de Chulucanas en el valle del Alto Piura. La civilización Vicús floreció hace más de dos mil años y se encontraron gran cantidad de objetos utilitarios de metal, restos funerarios así como se cerámica, muy admirada en los museos por el naturalismo con la que representaban su mundo (actividades cotidianas, flora, fauna), pues sus edificaciones desaparecieron hace mucho tiempo con los innumerables mega Niños acontecidos periódicamente y desde siempre en nuestra región pero se tiene perfecta idea de cómo eran por los ceramios que las representan (casas, palacios, templos). Los últimos estudios científicos en su metalurgia concluyen que por su ubicación geográfica los Vicús constituyeron un centro de intercambio cultural entre el sur del antiguo Perú con el norte hasta la actual Colombia. En la antigua Piura se ubicaron numerosas etnias organizados en clanes que dieron lugar al nacimiento de los pueblos que ahora se conocen, éstos establecían disputas entre ellos para el dominio del territorio y manifestar así su poderío frente a los demás, prevaleciendo los tallanes. Víctor W. Von Hagen estima que los yungas, etnia costeña a la que pertenecían los tallanes, practicaban la monogamia y que solo los dirigentes y quienes tenían muchos medios económicos tenían harenes de mujeres quienes tenían iguales derechos que los hombres y tal es así que a menudo la mujer llegaba a ser jefe de tribu. Estas comunidades que en la costa eran tallanes luego fueron invadidas por los ejércitos incas, que con fiereza los capturaron, destruyendo sus construcciones y objetos, todo esto ocasionó que el dominio inca se impusiera en nuestro departamento pero mayormente en la sierra y no tanto en la costa. Esto se explica por el hecho incontrovertible que los incas eran serranos, oriundos de la zona altoandina.
Los pueblos que habitaban la sierra los ayabacas, huancabambas y los bracamoros.
Imperio Incaico
El Imperio de los incas, con el Inca Túpac Yupanqui, inició la conquista de la región sometiendo a los Ayahuacas y a los Huancapanpas, que habitaban las regiones que forman hoy las provincias de Ayabaca y Huancabamba luego de quebrar su fuerte resistencia. No dejaron mayor huella cultural en la costa pero sí en la sierra pues el Inca construyó fortalezas como la de Chulucanitas y la de Aypate cuyos restos son motivo de admiración, para vigilar el camino Huancabamba - Ayabaca - Cuenca Quito y ordenó masivos desplazamientos de poblaciones fuera de la región sustituyéndola por los mitimaes o colonizadores.
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